Boquisuelto
Jorge Gallardo Moscoso/Guayaquil
Sí, ya ha demostrado que se trata de una persona que habla “de manera imprudente y sin mesura”. Debería, en cada ocasión que responde, saber controlarse, para no quedar mal, como ha sucedido la mayor de las veces.
Él no es un ciudadano cualquiera, es el primer mandatario de la nación. Sí todo lo que calla merece atención, todo lo que dice se reproduce en forma virulenta, epidémica. Por lo mismo, lo que calla y lo que expresa requiere de una meditación profunda, de un análisis previo, del impacto y de sus consecuencias. La palabra del presidente de la República debe tener más valor, inclusive, que su propia firma. Pero, hacerlo como lo hace, a cada rato –por más humano que sea y tenga derecho a equivocarse-, es irresponsable y nada serio, tanto que su ya muy minada credibilidad corre el serio riesgo de quedar en nada.
Personalmente no lo conozco, tampoco he participado nunca en alguna reunión, ni social ni política, con él. Sin embargo, creo que se trata de una persona honesta, de un emprendedor exitoso, de un individuo que quiere lo mejor para el país. Que su administración gubernamental tiene puntos muy altos en el manejo internacional, económico y financiero, que tiene otros muy bajos en materia de seguridad ciudadana (pese a los extraordinarios golpes al narcotráfico), salud y empleo, y que sus personales denuncias públicas contra un excandidato presidencial, legisladores corruptos, banquero evasor de impuestos, etcétera, han sido puro humo y hasta auto atragantamiento por lo dicho. A su retorno de Europa, en estos días, volvió a la carga contra otros personajes, los nombró, pero no presentó ninguna prueba; defendió a un millonario cuñado y santificó a sus diputados y círculo cercano.
Por favor, señor presidente, quédese callado, no se haga daño, deje que la (desastrosa) administración de justicia actúe, y meta las manos al fuego, si está seguro, solamente por usted. No sea boquisuelto, no contribuya a la conspiración que usted mismo denuncia, también sin pruebas.