Opinión

Ataque furioso a la Policía Nacional y Sísifo

Raúl Hidalgo Zambrano/Guayaquil

La situación de inseguridad que vivimos los ecuatorianos parece una película de miedo, el argumento se desarrolla en un Estado bicéfalo (Estado de derecho y Estado profundo o cloacas); estamos castigados a empujar a diario la roca amorfa del crimen pendiente arriba y cuando llegamos a la cima, terminado el día, la roca se transforma en redonda moviéndose pendiente abajo. Se parece al mito griego de Sísifo, castigado por Zeus quien pensaba “no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”, sucedía en el inframundo del reino de Hades.

El incremento de la criminalidad es real no ficción, se aprecia en noticieros de televisión, radio, periódicos y redes sociales, el prójimo es la víctima y cualquier momento nosotros; esto causa miedo y angustia alterando el raciocinio lo que puede impulsar a la injusticia.

Nuestro Estado de derecho tiene 5 poderes: ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y participación ciudadana, que deben cumplir la Constitución con el fin máximo de darnos seguridad y bienestar; pero se están anulando entre sí. El Estado profundo está gobernado por grupos de poder de manera coludida (acuerdo oculto para delinquir), apoyados por ciertos burócratas y organizaciones cloacas, que incluso recuren al narcodinero.

El gobierno debe neutralizar al crimen organizado y a los grupos de poder obscuros coludidos, para alivianar la roca y disminuir la pendiente del mito Sísifo; pero por increíble que parezca no encuentra la forma de hacerlo, es más un crimen pasional ocurrido en la escuela de formación de oficiales de policía, cometido por un teniente en contra de su esposa, ha desatado un furioso ataque a la institución.

Ante el feminicidio el presidente se declara, una vez más, demócrata de respeto absoluto a los derechos humanos y Constitución. Se desequilibra y ordena entre otros: que los generales de policía pongan a su disposición sus cargos para la baja, cuando solo tiene la facultad de designar al comandante general de una terna de los más antiguos, las veces que desee; que tienen un plazo de 8 días para la captura del feminicida sino…; demoler un edificio habitacional y sobre los escombros construir el nuevo concepto policial -como el ave Fénix-; nombra un policía capitán en servicio pasivo como ministro del Interior para que recupere la institucionalidad, seguro que habrá buscado a personajes importantes, supongo no aceptaron.

Está en desarrollo un ataque furioso a la Policía Nacional: ¿Quiénes se benefician? ¿Qué sentirán los policías de honor, quizás, que están castigados por las acciones criminales de pocos? Sin estar en la antigua Grecia ni tener dioses como Zeus o Hades, parecemos un nuevo Sísifo, condenados en el inframundo.

Gobierno y policía, debe capturar al teniente feminicida, mejorar la formación policial; pero no dinamitar la institución poniendo en peligro la sobrevivencia del Estado. Además, presidente, deje de manifestar públicamente su respeto absoluto a los derechos humanos de los delincuentes encarcelados y sus sicarios sueltos en las calles, por lo menos ya no lo diga, le ven la cara y se ríen. ¡Nos están vacunando y matando!