Opinión

Aquellos locos de antaño

Eduardo Bossano

elnegrobossano@yahoo.com

Escribo para ustedes desde el baúl de los recuerdos. Vivencias de aquel Guayaquil del tiempo en que muchos de nosotros éramos jóvenes y bellos, la idea es que recordemos como se vivía en ese tiempo y la juventud actual conozca de los entretelones del puerto en el siglo pasado.

Así como toda ciudad tiene sus monumentos, también tiene sus locos, unos lindos , otros agresivos, otros atorrantes, pero en fin fueron personajes del más profundo folklore porteño, Ellos desarrollaron su locura a lo largo y ancho de la calle 9 de Octubre, donde esas mentes de rayuela, contribuían a diario en el divertimento de los vagos de aquellos lejanos tiempos de las galladas de la principal arteria, rebuscando en el baúl de los recuerdos, me encontré con las historias de algunos de ellos que pongo en conocimiento de los lectores de La Nación.

El Matemático.- Que según su historia fue raptado por los marcianos, era un flaco alto y eléctrico el que daba unos saltos medios raros al caminar, cargaba en el cinto una fundita donde tenía un cargamento de hojas verdes, no de esas que se utilizan hoy en día para divertir la neurona, eran simplemente hojas de alguna planta, con dichas hojas escribía en el piso una serie de fórmulas matemáticas tales como…- 0 +0x x 2p2.-…solo él se entendía, más aún cuando le preguntabas sobre dichas estrambóticas fórmulas, era el momento de escucharle el cuento de los marcianos. Cuentan las lenguas de trapo que el maestro Baldor lo contrato y desapareció del trajinar de aquel Guayaquil…créanlo o no.

Gabuchito.- Este era un hombre bajito, de tez blanca, siempre vestía de negro muy limpiecito lo que daba a entrever que era una persona a quien alguien la cuidaba, se frotaba las manos constantemente su locura era acercase y decirte muy despacio en el oido…….me invitas un café y un cigarrillo….y no hablaba más, si le dirigías la palabra te quedaba mirando y te traspasaba con las “vistas”, no había respuesta, debe de haber pateado el tarro, quedando su locura guardada en el baúl de los recuerdos.

La loca victoria le decíamos Vicky.- Esta si era rechiflada era una “pintura” de flaca mal vestida que andaba con una media flaper de un color y otra de otro, si te cogía” mal parqueado” te  iba metiendo la mano sin importar con quien estabas o te piñizcaba aquella parte rayada del cuerpo, si le reclamabas corrías el riesgo de un piedrazo o un palazo ya que esta “lorenza” portaba siempre una vara que también era usada para mansillar las partes íntimas  de los descuidados.  Se debe de haber pulverizado, mas quienes tuvieron algún encontrón con Vicky y están leyendo esta historia deben de recordarla entre sonrisas.

Ratón con piola.- Este era un hombre bajito que vestía con harapos, vivía en el atrio de la iglesia de San Francisco y recibía las dadivas de los “pelucones” de aquel entonces, normalmente era un loco tranquilo, pero bastaba que algún vago le gritara el apodo y los circuitos se le fundían y daba inicio a una algarabía de esas típicas de 9 de octubre de antaño, su parcero de desgracia  era el  “sargento mentolato” de quien hablaremos en una próxima oportunidad.

Nos vemos la próxima semana

elbaúl de los recuerdos by Eduardo «el negro» Bossano

Las opiniones vertidas en el medio son de responsabilidad del autor.