Tecnociencia

Apple planea comenzar a vender Macs con sus propios procesadores en 2021

Apple se aleja de la compañía Intel: al parecer, el gigante tecnológico comenzará a vender ordenadores Mac son sus propios procesadores a partir del año que viene, basándose en los diseños de iPhone y de iPad, según ha informado Bloomberg este jueves.

La iniciativa de la empresa de desarrollar múltiples chips tiene un nombre: se llama Kalamata, que sugiere que la compañía se alejará de chips externos para pasar a comercializar ordenadores con los suyos propios producidos por Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, el socio de Apple que construye los procesadores para iPhone y iPad. Al parecer, los componentes se basarán en una técnica de producción de cinco nanómetros, el mismo tamaño que Apple usará en los próximos iPhone y iPad.

Esto solo es una forma en la que Apple tendrá un mayor control sobre el rendimiento de sus dispositivos y una ayuda para diferenciarlos de sus rivales, además de ayudar a unificar el ecosistema de aplicaciones de todos sus dispositivos y poder actualizar los ordenadores con mayor frecuencia. La medida, según Bloomberg, también reducirá la dependencia de la compañía con Intel. Apple ya ha comenzado a diseñar una segunda generación de procesadores Mac que sigue la misma arquitectura planificada para los iPhones de 2021, lo que indica que Apple quiere poner todos sus dispositivos en el mismo ciclo de desarrollo de procesadores.

Aunque se sepa ahora, el proyecto Kalamata lleva varios años en marcha. Ya en 2018 Apple desarrolló un chip Mac basado en un procesador del iPad Pro para pruebas internas, ante lo que los ingenieros de la compañía vieron la posibilidad de remplazar a Intel. Sin embargo, el alejamiento de Intel es complejo y requiere una estrecha colaboración entre los departamentos de software, hardware y equipos de abastecimiento de Apple, lo que unido a la situación actual (trabajo desde casa, interrupciones de suministro desde Asia) podría llevar a que el plan de venta se retrasase.

 

     Fuente:  El Economista.com.es