Opinión

Acá se respira bien, cuando te dejan

 

Fuente:  Jorge A. Avila –  Argentina

El aire porteño, ha pasado a ser un elemento protagónico en la actual crisis. No sólo por el contagio aéreo del virus pandémico, sino por las características urbanas de nuestro Buenos Aires querido. Una de las ciudades con mayor polución ambiental del planeta. Sin duda, esta cuestión se proyecta, en el actual contexto de emergencia sanitaria, con gravedad inusual que parecen no advertir las autoridades, concentradas en el confinamiento riguroso de los vecinos. ¿Cómo hemos logrado ocupar un sitio destacado en el podio de las metrópolis contaminadas?.

Son diversos los elementos que confloyen en semejante catástrofe ambiental. Uno de los ejes que han convertido el perverso «smog» en un torvo acecho constante de los habitantes de la ciudad, ha sido la constancia de las políticas públicas, que desde hace 70 años atrás, se mantienen una arrasadora voracidad de los espacios verdes ciudadanos, en beneficio de los intereses inmobiliarios, legítimos o no, que se nutren de un control estatal laxo, y propiciatorio del avance de estructuras que podrían distribuirse de modo más benéfico para la salud pública, hoy puesta a prueba.

El titular de la cartera sanitaria local, e integrante del Comité de Crisis ante el coronavirus Covid 19, el pictórico (por sus ancestros) doctor Fernán Quirós, alabado por el alerta tmprano sobre la peligrosidad del contagio a «contrario sensu» de las opiniones del ministro nacional GGG y el presidente Fernández, no parece en cambio contar con aval suficiente para incidir sobre la posibilidad que nuestra ciudad haga honor a su nombre.

Los estornudos de Larreta en su conferencia de apertura del período previo a la cuarentena, que se viralizó en las redes sociales, no fue ciertamente un buen augurio. Cabe consignar que desde su llegada al gobierno porteño, uno de los aspectos más cuestionados de la gestión que encabeza junto a su socio Diego Santilli es la expropiación, ocupación y distribución de los escasos ámbitos verdes que cuentan los barrios. En tal sentido, Caballito ocupa la primacía entre los que reflejan la desproporción entre m2 por habitantes y pulmones naturales (plazas, paseos o parques), cuyo fin es oxigenar el denso conglomerado.

Lejos de ello, el apetito destructivo de este eje básico para el equilibrio socioambiental, los han mostrado especialmente voraces, enajenando el tradicional club Tiro Federal, en el ámbito de Nuñez, playones ferroviarios aptos para otro fin en Colegiales, y otros ejemplos de similar magnitud, entre los que figuran amenazados los históricos Campo de Polo e Hipódrmo Argentino de Palermo, sobre la avenida Libertador.

La oposición vecinal y las acciones de la Justicia han impedido en algunos casos los dislates del flamante «Código Inmobiliario», como denominan los arquitectos y paisajistas al Código Urbanistico, sancionado con anuencia legislativa cómplice. La ausencia de respeto por el Consejo del Plan Urbano Ambiental y la opinión de la Sociedad Central de Arquitectos, puede convertir a la ciudad en la próxima Pekín del mundo.

Y ya sabemos que lo que proviene de la opulenta China debe ser manejado con cautela. Pero al margen de los horrores (ninguno gratis) de una estratégia urbanística suicida que revelan las autoridades, tampoco los ciudadanos porteños contribuyen para mejorar el aire que respiramos cotidianamente. Tras la sanción de la prohibición de fumar en ámbitos cerrados, una normativa altamente positiva, también se logró promulgar a «Buenos Aires, ciudad libre de humo». Ley que constituye letra muerta, como puede apreciarse con sólo recorrer las calles, ahora desiertas, pero verdaderos fumaderos en etapas de normalidad. Y vaya usted a reclamarle a esos usuarios de cigarrillos electrónicos, tradicionales o pipas.

Verá las reacciones, similares a pedirle a un emir que desconecte su narguile. Cuando la crisis megue, se verá el retorno a la «normalidad» de trasgredir la ley, sin reparo alguno por los daños a otros. ¿ Será parte de la «solidaridad» tan exaltada en estos días de encierro ?. Conjuguemos la cuestión con la carencia de respiradores mecánicos que tanto el ministro GGG como su par porteño, deberán explicar, tratándose de dos especialistas en infraestructura hospitalaria.