El precio de la inmadurez
Adrián Eduardo Zabala Jarrin/QUITO
El movimiento indígena está pagando muy caro el precio de su inmadurez y oportunismo político. No son capaces de administrar coherentemente el enorme respaldo popular obtenido en las últimas elecciones.
No han sabido interpretar, como parte integrante del conjunto llamado Ecuador, lo que los ciudadanos que los respaldaron con votos esperan de ellos. Al contrario, se han ido en la dirección contraria despilfarrando en pocos meses el enorme capital político que obtuvieron con la candidatura de Yaku Pérez y el importante número de asambleístas conseguido.
Primero fue Pérez el que se desvinculo de Pachakutik por no estar de acuerdo con supuestos pactos con el gobierno.
Ahora es Leonidas Iza, el Iván el Terrible del movimiento indígena, el que está más exasperado que de costumbre porque Pachacutik no hizo lo que dispuso Rafael Correa: destituir desde la asamblea al presidente Lasso por los Pandora Papers basados en un informe ridículo y perverso hecho en la comisión de garantías constitucionales. Y es tanta su rabia que se ha enfrentado a la cúpula de Pachacutik y a su bloque de asambleístas, calificándoles casi de traidores a la «causa» indígena y hasta ha dicho que Pachacutik ya no los representa.
Por su parte, Rafael Lucero, coordinador del bloque legislativo, le ha respondido que a la asamblea se llega por votación popular y que cada asambleísta se debe a sus electores, y que cada uno es un ser pensante y toma sus propias decisiones; y que una cosa es Pachacutik y otra cosa es la Conaie. Más claro, le dijo a Iza que él no puede opinar porque llegó a la presidencia de la Confederación de nacionalidades indígenas con apenas 800 votos, o sea, su representatividad en relación a la de un asambleísta es casi nada.
Otro que ha pegado el grito al cielo y se ha desgarrado las vestiduras por no poder destituir a Lasso, y ni siquiera exhortarle para que comparezca ante el pleno de la asamblea para decirle de todo y descargar todas sus frustraciones, es Salvador Quishpe. Ya ni él mismo se traga. Ha dicho a sus compañeros de bancada y partido que le digan qué mismo están haciendo en la asamblea y los ha acusado de defender los intereses de Lasso y su gobierno, porque no le dieron chance de tumbar al presidente. Y profundamente indignada amenaza con irse a su casa a cuidar las matas de la chacra.
El movimiento indígena es víctima de la prepotencia, de la codicia, del oportunismo, de la inoperancia, de la ineptitud, de la arrogancia, y de la falta de visión y estrategias, de sus máximos dirigentes. Será muy difícil que puedan conciliarse, la división es tan profunda y de consecuencias tan impredecibles que el país debe estar alerta, porque el más peligroso de los radicalismos puede capitalizar esta división y poner en riesgo la estabilidad democrática del Ecuador.