Opinión

‘Antes, durante y después, hubo un ‘Siempre’ con usted

Margarita Dager-Uscocovich.

mrdager67@gmail.com.

Desde North Carolina, USA para LA NACIÓN de Guayaquil, Ecuador.

 

Hablamos de política, de diferencias, de lo malo o bueno de la vacunación, de las cifras de mortandad del COVID y de los resultados de nuestros deportistas en los Juegos Olímpicos de Tokio. Todo eso está muy bien, está bien estar informados y abrir los hilos a los debates, al análisis y a la información. Pero, también es bueno conocer el pensamiento de quienes vivimos al otro lado del país, y, aprender no solo a interesarnos sino a educarnos e involucrarnos de corazón en los sucesos que nos vienen asaltando como lo es, el tráfico humano en donde se evidencia la trata internacional (frontera con Colombia y Perú) y la trata interna.

Posiblemente a mi editor no le agrade mi insolencia, pero así me ha transformado la edad y la vida. La insolencia, de vez en cuando es buena, es salirse del marco del común de los mortales y revelarse ante todos y ante por sobre todo a ese silencio que supera la longitud de los pecados y la injusticia. Es decir, esos silencios que nos desfiguran como sociedad y que se convierten en la tormenta que ahoga todas las creencias de lo benigno y de lo correcto. Empecemos por esta palabra “correcto”, ¿qué es hacer lo correcto?, ¿controlar impulsos, básicos instintos?, ¿quizá es una virtud o un deber al comportarse?, ¿o es la ética de obrar con justicia y claridad? Quién lo sabe… yo mismo no lo sé, pero, lo que si se es que los nuevos gobiernos deben intentar por lo menos hacer lo correcto de una manera más efectiva al tratarse de la erradicación del tráfico humano. Si, del tráfico humano, de ese que antes de bautizarlo con esta frase menos espeluznante y que se llama “esclavitud” y que existió desde siempre, que aún existe en nuestros países y que está infestando no solo el pensamiento de las comunidades o de las sociedades, sino está forzando a los individuos a evidenciar su capacidad para tratar a otro individuo a convertirse en capitales humanos que se invierten en momentos puntuales para el placer y para el beneficio de un mercado ilícito dentro de innumerables escenarios lícitos.

Cercanos al día de concientización del tráfico humano, debemos tener en cuenta que nos estamos convirtiendo en parte del problema y no de la solución. Si bien es cierto que existen diversas entidades gubernamentales que proveen información explicita sobre porcentajes y subgéneros, protocolos y sanciones no es menos cierto que sería un incentivo para las entidades que no son parte del gobierno tener algún tipo de entrenamiento y apoyo económico para poder seguir trabajando por quienes no se han encontrado todavía vivos, para quienes no han vuelto a casa.

La aventura de justificarnos nos hace sentir menos culpables eso es un hecho que no está en discusión. Sentirnos menos culpable es un ejercicio de supervivencia, aunque la mayoría de las veces la negación es un monstruo con el que no se discute. Creo que debemos esforzarnos el doble en nuestro país para dejar de mostrar una “cierta mejora” en el número de condenas en los casos llamados a juicio. El 1% no redime a las leyes ecuatorianas que si bien es cierto implementó cambios en el artículo #91 del Código Integral Penal, todavía no destaca un verdadero compromiso porque existe una rara aceptación social ante este fenómeno que genera sin querer, una confusión alarmante promoviendo que el delito de la trata se vuelva difícil de identificar. Recordemos que ha existido un principio y un fin, pero también antes, durante y después ha existido un “siempre” que nos permite mejorar o cambiar para siempre.

 

• Porcentajes obtenidos en la página de la UNODC