Opinión

10 de Agosto de 1979 y nuestro paso a la Democracia.

Tony Cedeño/Portoviejo.

tonyabcd.1972@gmail.com

Escritor

Poeta

Un trabajo ejemplar celebrase un caballero que nunca ha pasado a ser extinto y pareciese a una ardentía permanente su velamen que como tropas al combate rasaban sus elocuencias con una certidumbre de sabiduría dignas de un alto magistrado.

Porque se ha mantenido a través del tiempo inclaudicable epítome que logró su propósito al ceñir el oro con que su gallardía infalible igualase al astro rey que abraza las fronteras terrestres.

Así bramante y más suave que el sisal originario de México por su condición humana, pero a su vez de temple firme como una brasa que se alza rauda en su fuego o un brazo de hierro estructural que soporta la inclemencia del tiempo.

He dirigido mi mirada que no siendo la óptima y menos señaladas serían mis expresiones todas sin tino, ni ritmo, ni rima, al intentar en vano compararme a su excelso léxico fluido y sonoro, rico en la celebración de un valeroso jurisconsulto.

Justo, cauto, audaz al enfrentar las injusticias y sin ser yo poeta y menos aún escritor mi alusión carece de propiedad y de fundamento ante el alto erudito y magnificado señor ex presidente y abogado Jaime Roldós Aguilera (+).

Fue un 10 de agosto de 1979 cuando se abrió la puerta a la anhelada y bienamada democracia por medio de su discurso altivo, cívico y patriótico al tomar el mando como jefe de Estado de nuestra amada nación el Ecuador.

Los hechos de la historia hablan por sí solos y es el tiempo el mayor juez soberano e inequívoco.

Porque del alma y de la memoria no se fuga un ápice de barbaridad cuando so pesar egoísta el ser humano cae así mismo en la deshonra.

Y es la balanza justa medida en su sentencia la que reconoce el albor de un ciudadano cuando su accionar honesto deja huellas imborrables en el tiempo.

Vale la pena que a las puertas de la ascensión de un nuevo gobernante que va a dirigir el destino de nuestro país recordar algunas frases de este célebre y bien constituido discurso que en gran medida guarda vivificante su esencia, así como su espíritu sigue resonando en cada alba de nuestro Ecuador amazónico.

«Quienes ofrecen lo imposible y quienes esperan milagros, se engañan mutuamente. Fomentar espejismos para explotar frustraciones, equivale a traicionar la más honda esperanza del pueblo.

La independencia nacional y el progreso social nunca han sido el fruto de la acción aislada de ningún gobierno, sino el resultado de la firmeza teórica, la honradez política y la perseverancia sacrificada de toda la comunidad.

El destino no está hecho; se labra todos los días, sin odio, sin venganza, sin renunciamientos.

Juntos debemos trabajar por construir un nuevo tiempo histórico, donde el pueblo no sólo conserve su irrenunciable derecho a autodeterminación, sino también a ejercer su función protagónica en el ejercicio de una auténtica democracia.

Concluyo: Lo dije en la campaña y esta mañana con toda fuerza se encarna. Mi poder en la Constitución y mi corazón en el pueblo ecuatoriano.

¡Que Dios guíe nuestro camino!

¡Vamos a hacer historia! Gracias».

-Jaime Roldós Aguilera.